miércoles, 25 de julio de 2007

Carlos Reygadas cineasta mexicano



Carlos Reygadas ha llamado la atención de cinéfilos, cineastas y críticos no sólo por su continua presencia en festivales y la repercusión que ello implica, también lo ha hecho por su peculiar estética, donde el límite entre lo documental y lo ficticio parece disolverse gracias al uso de mínima iluminación y, sobre todo, a la utilización de actores no profesionales.

Reygadas ha estado presente en Cannes con los tres largometrajes que ha filmado hasta ahora: Japón, ópera prima con la que obtuvo la mención especial Cámara de Oro en el 2002; Batalla en el cielo, con la que compitió por la Palma de Oro en el 2005, y Luz silenciosa, con la que ganó el Premio del Jurado y compitió de nueva cuenta por la Palma de Oro.
Con Luz silenciosa, a los habituales comentarios sobre su manera de hacer cine se han añadido algunos sobre el entorno en el que el realizador decidió situar una historia de amor e infidelidad, el poblado chihuahuense de Cuauhtémoc, comunidad menonita del norte de México.

Se te califica como el director con mayor talento visual en América Latina, pero también con carencias en narrativa y drama…

La narrativa para mí pasa a un plano secundario. En primer plano están los personajes con la energía que desprenden ellos mismos. Hay elementos, como lo visual, lo musical, lo auditivo, que probablemente están delante de la narrativa. ¿Por qué? Porque la narrativa a veces funciona como un obstáculo. Sí puedes estar emocionado durante dos horas y te puedes identificar, pero es sólo la historia. A mí me interesa que te pueda quedar algo para después, y muchas veces el visionado es más frío.
“Por eso pongo la narrativa en un plano secundario. Si se tratara de narrar una historia así, creo que podría hacerlo; probablemente sea débil en ese punto, pero sospecho que no sería difícil. Lo que he hecho, lo hecho sabiendo bien lo que voy a hacer en plan narrativo”.

-Hablas de que los personajes son lo más importante en la película, en ese sentido, ¿qué son para ti los actores?, ¿por qué elegir actores no profesionales?

Justamente porque me interesa la energía propia de cada persona, no los personajes, sino las personas que están representándolos. No me interesa crear unos personajes en mi cabeza y luego contratar técnicos que los vayan a representar, adaptándose a ellos. Me interesa encontrar a la gente que, sin tener que emplear ninguna técnica directamente, irradie la energía de los personajes que he creado. Por eso no me interesa que actúen, entonces ¿para qué voy a contratar a un actor?
“Por eso no les digo nada del guión, ni qué va antes y qué después. Simplemente cuando llegamos, ponemos la cámara, les digo cuáles son los diálogos, se los aprenden de memoria y los dicen. Me basta con eso para lo que intento con mi película, no necesito que representen nada. Siento lo mismo que comentaba sobre la narrativa: cuando la actuación es caliente, es presente y te puedes identificar tranquilamente, te quedas con eso y nada más. Creo que puede haber mucho más allá y que es más abstracto, como puede ser la música, que es algo que te hace sentir. Me interesa más el sentimiento que la narrativa, la actuación directa y la identificación en primer grado.

Como Herzog, también construyes tus filmes desde el paisaje. ¿El paisaje marca el ritmo de sus historias?

Herzog decía que construía para el paisaje, yo en Japón lo viví así, en Batalla en el cielo fue un poco también así. En Luz silenciosa, realmente no; aquí el motor central es la historia de amor, y por eso quizás es mi película más emotiva, del corazón dividido. Una vez que escojo este lugar por sus características de sociedad uniforme, la plástica del lugar se apodera de ti y te impone, te obliga a filmar de una manera determinada, el sonido por ejemplo. El ritmo de una película para mí está casi exclusivamente condicionado por el ritmo del lugar; entonces, la cámara generalmente está en frontalidad o lateralidad total, lo que trae y evoca un silencio y una gran cantidad de cosas que pasan por debajo de la información. Está la información al nivel conceptual, como en todas las películas, que requiere un tiempo y una distancia especial para filmarla. El cine para mí, o por lo menos el cine que a mí me gusta, está mucho más cerca de la música que de la literatura; entonces, más que hacer literatura ilustrada a mí me interesa ese sentimiento como si estuvieras presente en el lugar, de oler y sentir la temperatura, escuchando o evocando los sonidos, y eso permea la piel de una forma diferente; muchas veces no es tan inmediata, no disfrutas tanto, pero después se te queda dentro y te da esa sensación. El cine diametralmente opuesto sería por ejemplo el de Clint Eastwood; Río místico es una película en la que la pasas bien, que tiene mucha intensidad, pero definitivamente la intensidad y la profundidad no son la misma cosa. Cuando acaba la película ya casi ni te acuerdas. Y hay otras que se te quedan dentro, que las asimilas poco a poco y vive en ti el sentimiento; a mí ese es el cine que me interesa. Por eso el lugar me imponía, y yo lo transmitía y lo dejaba pasar a la película

No hay comentarios: