miércoles, 18 de julio de 2007

BREVE REFLEXION SOBRE FORMACION Y EMPRESA

Una primera cuestión que nunca debiéramos olvidar es que cuando hablamos de formación, nos estamos refiriendo a la constitución de un imaginario, es decir, de una idea de lo que esperamos sea la actividad de aquellos que se desempeñen en el medio para el que los preparamos.
Desde hace algunos años se ha venido hablando de la educación superior en general como de un proceso que establece puentes entre quienes se están preparando para un desempeño profesional y el mundo laboral, entendido éste como un mundo de empresas. En áreas específicas del quehacer universitario, las alianzas efectivas con empresas interesadas en el desarrollo de investigaciones con resultados aplicables a la producción de objetos de consumo, ha sido una de las marcas distintivas en la reciente historia de esta relación.
Independientemente de los aspectos éticos ligados a esta cuestión, y que han sido ampliamente discutidos en el mundo, lo cierto es que este tipo de relación se funda en el beneficio mutuo: las universidades obtienen recursos para investigación (aun cuando ésta se acote a los intereses empresariales) y las empresas obtienen patentes que les permiten la explotación comercial de los resultados. Esto se da, de manera preferente, en el ámbito de las facultades científicas y tecnológicas.
Cuando hablamos de cine, debiéramos detenernos con cuidado a pensar en qué consiste esta alianza. A simple vista, la situación del cine, como la de las otras artes, es muy distinta a la del desarrollo científico y tecnológico. ¿Qué interés tendría entonces para el empresariado una asociación con el mundo académico en el ámbito audiovisual?
¿Sería la simple formación de cuadros técnicos el interés principal de esta potencial alianza? ¿Y qué tipo de beneficios obtendría la institución educativa?
Si consideramos adicionalmente que no todas las instituciones de educación superior tienen el mismo carácter, definido éste por las misiones explicitadas pero también por el rol que socialmente se les ha asignado, habría que pensar este tipo de asociación en función del tipo de institución a la que se refiere.
Por un lado, los Centros de Formación Técnica (CFT) y los Institutos Profesionales (IP), tienen como principal objetivo formar cuadros especializados para un adecuado desarrollo en el campo laboral. Esto es, educar para participar con un dominio adecuado de los estándares técnicos y estéticos del mundo de las empresas audiovisuales. Este objetivo se da independientemente de otros que las diversas instituciones declaren en su misión académica. Aquí la relación con el mundo empresarial pareciera ser clara y seguramente se resuelve a partir de un diálogo de necesidades que podría derivar eventualmente en la constitución de mallas curricular es normalizadas y se resolvería en el campo de las prácticas profesionales.
Desde este punto de vista, lo que podría resultar de este tipo de alianzas es que sería el mundo empresarial, con sus particulares intereses, el que terminara determinando los modos de obtener las competencias adecuadas para el desempeño profesional de los alumnos. En un análisis muy somero, podríamos darnos cuenta de que el interés de las empresas en este tipo de relación reside fundamentalmente en la capacidad de ahorro de tiempo que gana obteniendo cuadros técnicos más adecuados a sus propias necesidades. Pero por otro lado, podemos notar también que el desarrollo de los aspectos más ligados a la reflexión tendería a disminuir considerablemente puesto que no presentan, en principio, real interés para las empresas. Al contrario, una postura crítica suele ser vista como perjudicial.
Por otro lado, se encuentran las universidades que, de manera similar a los Institutos Profesionales, otorgan títulos profesionales y por lo tanto responden en principio a objetivos similares.
Sin embargo, la universidad otorga también un grado académico y es esa la diferencia fundamental. De las universidades se espera una formación más centrada en la investigación y la actividad crítica que en las otras instituciones puesto que ese ha sido su rol histórico. Pero es justamente en este punto donde observamos los mayores problemas en el área de desarrollo académico ligado a las artes audiovisuales.
La escasa investigación dependiente de las universidades que se realiza en el área nos debiera llamar la atención, puesto que siendo ésta la principal diferencia con relación a los Institutos Profesionales, al no hacerse presente como una distinción clara, nos encontramos con una diferencia entre instituciones que se vuelve más formal que real. Desde esta perspectiva, lo que queda fuera del ámbito de desarrollo académico es justamente aquello que de alguna manera distingue este tipo de actividad de otras de simplecapacitación.
Pero asumiendo que nos encontramos frente a una situación ideal, la pregunta sobre el tipo de relación que la institución puede mantener con el mundo empresarial sigue pendiente. Si seguimos el modelo de financiamiento que se utiliza en el área científico-tecnológica, sería la investigación el nodo donde convergen los intereses de ambos mundos. Pero habría que pensar qué aspectos de la investigación podrían ser de interés para el mundo empresarial. El desarrollo de investigaciones de carácter histórico o estético, no presentarían en principio un interés directo para las empresas ligadas al mundo audiovisual.
Sin embargo, lo que nos hace falta aquí es definir de qué tipo de empresas estamos hablando. En primer lugar, tendemos a circunscribir estas empresas a la prestación de servicios: productoras audiovisuales y canales de televisión principalmente. Pero también existen otras empresas ligadas al mundo audiovisual que dicen relación con el desarrollo tecnológico en el área. Aun siendo escasas en nuestro país, existe representatividad de este tipo de empresas que bien podría estar interesado en el desarrollo de investigaciones ligadas a la aplicación de tales tecnologías, tal como sucede en otros países.
Nada de esto responde, de todas maneras, al real alcance que una relación de este tipo puede presentar para una universidad. En el caso de los CFT e IP, esta relación se presenta de manera casi natural puesto que su principal objetivo, como lo hemos definido, es la inserción del estudiante en el mundo laboral. Pero la universidad tiende a definirse con un grado de responsabilidad social mayor; esto es plantearse críticamente con relación al medio y cuestionarse sobre sus presupuestos con el fin de realizar contribuciones efectivas para su mejoramiento o reconducción, en todos los ámbitos que le competen y no aquellos ligados exclusivamente al mundo empresarial.
No se trata de una cuestión fácil de resolver. La universidad debe asegurar el pluralismo y la diversidad en todos sus aspectos. Esto significa que debe constituirse en lugar privilegiado de diálogo y debate. Una relación con las empresas debe circunscribirse a estos mismos marcos y la universidad debe asegurar el resguardo de su misión y autonomía. No hay nada más opuesto a la idea de universidad que la homogeneización y la estandarización. De no entenderlo de esta manera, las diferencias reales de la universidad con otras instituciones de educación superior y con el mundo de la prestación de servicios, se verían hasta tal punto minimizadas que el propio sentido de universidad habría de ser cuestionado a la luz de un rol social distinto. Pero, si no es el mundo académico el llamado a observar la sociedad y a resguardar su herencia, ¿quién lo sería?

Udo Jacobsen Camus
(Docente IP ARCOS, Universidad de Chile, Universidad del Desarrollo, Universidad
ARCIS, editor www.fueradecampo.cl)

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